Nippon Arigatto: Ranma 1/2

La tarde del tercer día en Japón, primer día entero en Kyoto, íbamos a poderla disfrutar enteramente a nuestra disposición, por lo que de entre todos los lugares posibles a visitar pasando la tarde nos decidimos por ir hasta el un poco retirado bosque de bambú de Arashimaya, pues posiblemente es algo un tanto diferente a los numerosos templos y palacios que pueden visitarse en Kyoto, por lo que pensamos que el cambio de aires sería interesante, como así fue.


Bosque de bambú


No obstante, si algo lamento quizás es no haber podido dedicar más tiempo a Kyoto, una de las antiguas capitales ancestrales del Japón, llena de historia y lugares singulares. El cuarto día lo podríamos haber dedicado por libre a la visita de otros lugares y santuarios mencionados en el post anterior, pero nos hubiéramos perdido otros sitios no menos interesantes fuera de Kyoto (en una excusión de un día completo algo salvaje en cuanto a distancia) que descubriré en futuras entregas de esta serie.

En todo caso, esta fue la visita de aquella tarde y siempre quedará la vuelta a esa añorada normalidad que nos permita plantearnos emprender viajes de esta envergadura... ya va siendo hora.


El bosque de bambú de Arashiyama

¿Y que se me viene a la cabeza al pensar en Japón y bambú en seguramente otra de esas absurdas conexiones mentales que padezco? Por ejemplo... osos panda. Pero es más, ¿en qué anime aparecía un personaje que se convertía en oso panda y además alguno otro aparecía en ocasiones rodeado de bambú e incluso haciendo equilibrios sobre una de esas cañas? Pues efectivamente, el ochentero anime de Ranma 1/2, la bizarra historia del chico que al caer en un estanque encantado se convierte en chica cada vez que se moja con agua fría (y por cierto, un estanque también había cerca).


Bosque de Arashiyama


Como decía, algo apartado en el linde oeste de Kyoto, lo que toma su tiempo llegar desde el centro, se encuentra el distrito de Arashiyama, famoso nacionalmente por su belleza escénica amenizada por simpáticos monitos en semilibertad que habitan sus altos troncos de bambú. Dedicando el día completo a una excursión por este distrito, se pueden visitar los cercanos templos de Tenryuji y Nanomiya, aunque yendo algo justos de tiempo como íbamos en una estación en la que ya oscurecía temprano nos centramos en el bosque en sí mismo, y a pasear por los senderos que atraviesan sus diferentes zonas.

Como era de esperar, siendo uno de los sitios más turísticos de Kyoto estaba bastante concurrido, e incluso por auténticas geishas que corren a esconderse a la mínima aparición de una cámara en mano, haciendo difícil conseguir un "robado" en condiciones. Lo mejor es que la entrada para dar un paseo por los recovecos de este bosques de bambú es gratuita, y al acabar siempre se puede pasear por las riberas del río y ver las tiendas típicas de dulces japoneses (mochi) en los alrededores de la estación.


Corre, corre, correeee!!!


Aunque en nuestro caso nos tocó un día un tanto gris, la gracia de la experiencia de caminar a través del bosque de bambú es disfrutar del juego del luces que el bambú mecido por el viento produce con la claridad del sol. Las altas cañas son tan tupidas que en algunos puntos tapan prácticamente el cielo, con lo cual se entrevé la claridad cuando las ramas son agitadas por el viento.


Kyoto Tower

Tras pasar un buen rato en el interior del bosque perdidos entre sus senderos, empezaba ya a oscurecer y nos dispusimos a emprender la vuelta a nuestro hotel cerca de la estación central, esta vez en tren. Por la noche aún aprovecharíamos para visitar el interior de la inmensa estación central de tren de Kyoto, y las vistas desde la torre de nuestro propio hotel, la Kyoto Tower.

Tras tan largo día finalmente nos retiramos a descansar, pues para colmo al día siguiente nos esperaba un largo día desde temprano y una larga excursión fuera de Tokyo, a bordo del mítico tren bala que nos llevaría al extremo oeste de la isla principal y a la costa. Cuidado pues...


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