Ich bin eine Berliner katze: Der Berliner (1990-Actualidad)

Aunque Albert Einstein, quien por cierto vivió en y huyó de Berlín en los años 30 debido a su origen judío, pronosticó que la Tercera Guerra Mundial no sabía con qué armas se lucharía pero sabía que la cuarta sería con palos y con piedras, lo cierto es que si miramos a algunos de los últimos acontecimientos en cuanto a noticias se refiere, bien se podría decir que al final lo que se podría llamar como una tercera guerra global ha sido (o es) económica, y en ese sentido, por lo menos en Europa, Alemania la ha ganado (¡por fin!) sin pegar un solo tiro.

Angie...

Solo hay que ver, y parece mentira mirando a su historia del último siglo, cual es la potencia económica de Europa, la locomotora y blablabla... al fin y al cabo el euro no es más que un reflejo del marco alemán, que se cambió por la nueva moneda en proporción de 1 a 1, así que en cierta forma todos hemos sido silenciosamente germanizados y la Unión Europea, aunque su capital sea Bruselas (debido a los N agravios cometidos en guerras contra Bélgica... si llego a escribir sobre Flandes algún día ya hablaremos...), ya sabemos por quien es dirigida, así que... ¡bienvenidos al Merkelreich!


La reconciliación con Alemania

Puede parecer alucinante, pero es cierto, que lo que hoy se conoce como Unión Europea tenga su origen en la promoción a partir de 1950 de un antiguo organismo supranacional llamado Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), cuyo objetivo era la creación de un organismo para la explotación conjunta de los minerales en centroeuropa, más atendiendo a la escabechina montada en Alemania pero también en toda Europa en general hasta hacía cinco años antes.

Los tratados de paz derivados del fin de la Segunda Guerra Mundial buscaban un entendimiento honesto y profundo que indicaba una voluntad verdadera de poner fin a diversas disensiones nacionales, sobretodo entre franceses y alemanes, en busca de una paz duradera. Por ello se inicio la reconstrucción de Francia y Alemania aproximando a ambos en un acercamiento para evitar disputas futuras, nada de ocupación francesa del Ruhr como en al última guerra, si bien es verdad que tanto esta zona como la del Sarre fue gestionada por los Aliados y sobretodo los franceses para su explotación.

Como principal hito para la reconciliación, el ministro francés de exteriores Robert Schuman, propuso que las tres zonas occidentales alemanas fueran unificadas en el nuevo país que se conocería como Alemania Occidental (RFA). De esta forma, junto con la creación de la CECA, impulsada por el mismo ministro, se incluía por primera vez a la Alemania Federal en un organismo europeo, agrupándola con Francia, Italia y los países del Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo). El cometido de este organismo fue la creación de un mercado común sin aduanas de libre circulación y comercio, que sin duda fue el origen de lo planteado a gran escala años más tarde para la creación de la Unión Europea.


La reunificación

No obstante, pese al esperanzador panorama occidental, como ya explicaba en mi anterior entrada, el Este fue poco más o menos que abandonado a su suerte y no se contemplaba un plan organizado de reconstrucción y mitigación de los efectos de la guerra, por lo que las desigualdades que marcarían la vida entre el Este y el Oeste pronto fueron patentes y se acentuaron con el paso de los años, hasta la reunificación posterior a la caída del muro, materializada en 1990 con el traslado de la nueva capital del país de nuevo a Berlín.

A la práctica, la reunificación dirigida por el estado occidental supuso un gran número de retos económicos y sociales para la instauración de una economía de mercado en el este en sustitución de la hasta entonces tutelada economía planificada. A largo plazo todo no han sido aciertos, y aún hoy en día las diferencias entre el este (zona pobre) y el oeste (zona rica) saltan a la vista: mayor paro en el este, sueldos y pensiones más bajos, un ingente plan de infraestructuras y reformas del estado alemán tanto en Berlín como en partes del este para igualar sus condiciones con el resto del país, etc...

Aún así, se habla de que las promesas de reunificación quedaron en gran parte en eso, promesas. Jubilados que cobran poco y que se sienten engañados, obreros que estaban acostumbrados a seguir el plan de producción y que no entienden conceptos como aumento de productividad, pérdida de poder adquisitivo con la unificación de la divisa, y en la actualidad sobre todo entre los jóvenes, aumento de la xenofobia y vuelta del sentimiento nacionalista de extrema derecha que recuerda a los tiempos del nazismo... (no quiero parecer un cylon pero... la historia se... ¿repite? Todo esto ha pasado y volverá a ocurrir).


Berlín hoy

Con la reunificación, Berlín volvió a ser la capital de la Alemania unificada después de 45 años, siendo la capital federal anterior Bonn. Al mismo tiempo, el Reichstag fue recuperado como sede del gobierno y parlamento democrático, y por primera vez prácticamente en un siglo, desde los años 90 la situación del país está normalizada.

Berlín se ha convertido en una de las principales ciudades cosmopolitas de Europa, y aunque los alquileres estén empezando a subir, en una de las aún relativamente baratas y tranquilas para vivir, en la que aún había más oferta de pisos vacíos que demanda, ya que aún hoy, la población de Berlín ni siquiera se ha recuperado totalmente y no ha vuelto a alcanzar sus máximos de los años 40 en los que llegaron a vivir más de cuatro millones de personas, siendo hoy algo menos de ese número.

Para acabar con este viaje por la historia de Berlín, hablaré en esta entrada de algunos de los nuevos sitios del Berlín actual, en algunos casos incorporados desde no hace tanto, y en otros, aunque antiguos aún en funcionamiento y disfrutables, como es el caso del Práter, el Biergarten más antiguo de Berlín pero aún uno de los sitios agradables en los que cenar un schnitzel.


Nueva estación central

Parece que por algún motivo he perdido la foto o por alguna razón no la encuentro, pero la nueva estación central de Berlín de trenes de cercanías y larga distancia, es un impresionante y enorme edificio de cristal en la esquina superior derecha del Tiergarten desde el que puede llegarse en poco tiempo hasta el Reichstag y el centro.

De las numerosas estaciones de tren y metro de Berlín, esta es si no la más, una de las estaciones más modernas, además de uno de los nudos de comunicaciones más importantes de la ciudad y de esta con el resto del país e incluso con otros, pues es de donde parten trenes de larga distancia hacia Suiza, Francia, etc...


Orillas del Spree

Precisamente el camino desde la estación central de Berlín hasta el Reichstag atravisa sobre diversos puentes el río Spree, puentes desde los que se pueden observar sus orillas llenas de hamacas con locales musicales, bares y restaurantes en un animado entorno.

El río Spree

No es tampoco raro ver pequeños barcos que hacen cruceros por el río, y la estampa de los modernos edificios acristalados con la luz reflejada al atardecer y la torre de Alexanderplatz recortada en el horizonte configura una bonita estampa del río y esta parta moderna no tan visible de Berlín.


Friedrichstrasse

La Friedrichstrasse siempre fue una de las calles más importantes de Berlín y actualmente es una de las calles comerciales más importantes en pleno centro de la ciudad. Además de todo tipo de comercios y franquicias de marcas internacionales, pueden encontrarse otros lugares históricos como varias embajadas en los alrededores, y el Checkpoint Charlie que separaba el distrito americano del soviético.


Sony Center

En la veterana Potsdamer Platz, se encuentran hoy en día algunos de los mejores ejemplos de la modernidad y cosmopolitanedad (si es que esa palabra existe) del Berlín actual. Bajo una especie de gran carpa que engloba diferentes pisos, el centro comercial Sony Center es una especie de atracción para autóctonos y foráneos bajo unas luces de colores cambiantes.

La carpa del Sony Center

El centro comercial está lleno de restaurantes de diferentes tipos, tanto de cocina alemana, como rápida, y puede ser curioso cenar bajo la carpa luminiscente en forma de hélices que va cambiando sus colores... aunque en mi caso debo confesar que también fue un poco mareante cenar en esas condiciones de penumbra luminosa.


Práter Biergarten 

En cambio, un sitio mucho más agradable para cenar, cerca de la Nueva Sinagoga de Oranienbur Strasse, es el Práter, el Biergarten más antiguo de Berlín aún activo, en el que pueden degustarse platos típicos de la cocina alemana regadas con buenas cervezas de trigo, que son las que en mi caso más me gustan.

El Práter

El local se distribuye como en un gran patio interior en el que puede cenarse o en su terraza o en el interior del restaurante, en un ambiente agradable y calmado alejado de la calle, en donde se puede cenar en las típicas mesas y sillas de madera de los tradicionales biergartens. El schnitzel por cierto, está muy bueno.


Aufwiedersen

Con esto acaba el viaje en la máquina del tiempo que es Berlín, y el relato de mi última aventura en esta tan carismática y con personalidad propia ciudad. Aún incluso, me quedarían cosas para ver y hacer en una tercera visita, en una ciudad con tanta historia en la que tan dolorosas cicatrices aún son visibles.

Honestamente, según que restauraciones en edificios que he podido ver en esta segunda vez (después de 10 años de la primera vez que estuve en 2008) no me gustan, porque están borrando la historia que antes saltaba a la vista... recuerdo sorprendido ver aún en muchos edificios los agujeros de bala, las marcas de la metralla de las explosiones, e incluso huecos en las calles en donde debería haber edificios. Era incluso más fácil imaginar el Berlín de entreguerras de Charlotte:




Estas marcas con el paso del tiempo están desapareciendo mientras la ciudad evoluciona y continúa creciendo sin llegar nunca a estar acabada del todo... siempre parece la ciudad en continua construcción, pero ello causa que, como lágrimas en la lluvia, los últimos testigos de algunas historias estén destinados a perderse irremediablemente... sirvan estas entradas como mi tributo personal a Berlín y su apasionante historia, hasta la próxima aventura en el blog de Gatto.

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