Recuerdo de Constantinopla: El crucero por el Fósforo y la noche turca

Llegamos al último post de esta colección sobre un sorpresivo y corto viaje a Estambul en Marzo de este año. Quedaba aún otra actividad que es un "must" de los que deben realizarse en una visita a la antigua Constantinopla, y no era ni más ni menos que un pequeño paseo en barca por el Bósforo hasta el gran puente que une Asia con Europa y vuelta.

El tiempo volvía a empeorar, con amenaza de lluvia y un frío del carajo... las condiciones sin duda más apetecibles para un paseo sobre las gélidas aguas del Bósforo, pero era el último día y había que aprovechar, así que en un barco prácticamente desierto, nos acomodamos en el piso descubierto de encima y nos dispusimos a contemplar ambas orillas del estrecho... luego descubriríamos que había un piso abajo cerrado, con asientos más cómodos y calefacción... jeje... que genios, ahi nos instalamos a la vuelta, pero para ver las vistas merecía la pena pasar algo de frío.


Crucero por el Bósforo

Así es, como a precios realmente populares, es posible enrolarse en uno de los barcos que salen junto al puente de los restaurantes, para recorrer gran parte de la longitud del Estrecho del Bósforo hasta el puente que une Europa con Asia, y contemplar los pequeños pueblos de la orilla con antiguas casas señoriales que han conocido mejores tiempos, aunque también villas modernas en las que se ve que también hay turcos que manejan liras y dónde viven.

La mezquita de Suleimán desde el puente de Galata

De hecho hace no mucho aconteció una noticia, de que uno de los grandes barcos de carga de containers, petroleros etc... que habitualmente cruzan el Bósforo del Mediterráneo al Mar Negro, se estampó contra una de estas casas señoriales de antigua arquitectura otomana... no hay duda de que por donde pasa Gatto no vuelve a crecer la hierba.

El caso es que bajo un cielo plomizo y frío atroz, zarpamos asomados a las barandillas de nuestra cubierta con vistas y pírricos modulos calefactores que apenas se notaban. Ni los gruesos abrigos ni bufandas liadas a la cabeza podían detener la gélida brisa del Bósforo, lo que auguraba como así fue, el resfriado de caballo que se avecinaba en los subsiguientes días... virus turcos al poder.

Uno de los puentes que une Europa con Asia

El trayecto seguido remonta desde Estambul las aguas del Bósforo hacia el Mar Negro pudiéndose observar ambas orillas del estrecho, en donde destacan elegantes casas residenciales de turcos posiblemente con un mayor poderío económico que la media, antiguas casas otomanas, y lo que parecen otros pueblos ya separados de Estambul con sus pequeños puertos a orillas del estrecho y alguna que otra mezquita perdida.

El trayecto atraviesa de ida y de vuelta otro de los grandes puentes de autopista que une Europa con Asia, muy parecido a esos que estan ahora tan de moda por derrumbarse en el momento más inoportuno con coches circulando sobre él... nunca me ha gustado mucho conducir sobre ellos, la verdad.

Algunos castillos a orillas del Bósforo

Destaca también la pequeña isla con el faro llamado Torre de la Doncella, cerca de donde pasa el barco tanto a su ida como a su vuelta, ya cerca del Cuerno de Oro y la desembocadura del Bósforo en el Mediterráneo.

Isla de la Torre de la Doncella

Tras el frígido paseo dimos una vuelta por los alrededores del puente Galata (el de los restaurantes) para entrar en calor y nos dirigimos de nuevo como no podía ser de otra forma, al cercano mercado de las especias para hacer las últimas compras, no sin antes ir a comer el último durum "solo carne amigo".


Noche a la turca

No me podía despedir sin comentar alguno de los sitios más populares de Estambul para tomar algo o cenar cuando la noche ha caído. O aunque sea simplemente para pasear de noche y ver monumentos como Santa Sofía o la Mezquita Azul iluminada, que ya vale la pena con el toque espectral que las tenues luces nocturnas les confieren.

Mezquita de Suleimán de noche

Cierto es que más allá de los omnipresentes locales de durumitas, hay algunos otros restaurantes más apañados y elegantes en los que poder comer pescado y marisco, muy presente en los menús otomanos por su acceso directo al mar, u otros sitios en los que poder frungirse un buen chuletón a precios competitivos gracias al cambio de la lira turca respecto al euro.

Uno de los primeros focos de interés gastronómico a priori, es el puente de Galata, lleno en su piso inferior de restaurantes con chillonas luces de neón que producen un atractivo reclamo de noche. Aquí si que los representantes de cada resturante son más pesados que la media e intentar atraer a su local a todo paseante que pase delante de sus puertas.

El puente de Galata

Sobre estos restaurantes si que debe decirse que el aspecto y calidad parecen a simple vista similares. Una de las noches elegimos uno de los de pescado, con decoración marinera, y pese a que puede decirse que la comida fue correcta, también es cierto que no fue nada del otro mundo. Clásicos básicos en todos los lugares: gambas, calamares...

Otro punto de interés son los alrededores de la Torre Galata, rodeada de bares y restaurantes de aspecto cosmopolita que parecen más frecuentados por público autóctono, en donde puede tomarse una copa de vino o unas tapas al pie de la torre iluminada disfrutando de sus vistas. Así fue como disfrutamos de una agradable cena de, como no, calamares, en una terraza con calefacción frente a la torre.

Torre de Galata

Por último, cerca de Santa Sofía, después de ver esta y la Mezquita Azul iluminadas de noche, cenamos la última noche en el Café Loti, restaurante del hotel del mismo nombre, con un aire moderno. Si bien es verdad que esta es una opción mas cara, bien vale una última noche la pena pues sirven piezas de carne hechas al fuego y servidas sobre una piedra caliente, totalmente exquisitas.

Mezquita Azul

Una cena o paseo por estas localizaciones permite disfrutar placenteramente de las vistas nocturnas con algunos de los lugares que ya he comentado en otros posts iluminados, lo que les da un atractivo aspecto destacando entre por la otra parte, bastante extendida oscuridad del resto de la ciudad.

El Bósforo

Así con una cena premium y la contemplación de Santa Sofía iluminada acabó mi viaje a Estambul. Pronto, muy prnto por la mañana, esta vez si la voz del imán iba a servirme de despertador para prepararme y salir a buscar un transporte que me llevase al aeropuerto de Sabiha Gokçen, a unos 40km de Estambul en la parte asiática de Turquia... un interesante viaje que, aún pasado por agua, me permitió aún ver algunas de las partes más modernas de la ciudad con grandes rascacielos a los bordes de la autopista, así como cruzar uno de los grandes puentes que unen Europa con Asia.

Comentarios