American Cat: Estatua de la Libertad e Isla de Ellis

Dependiendo del tiempo del que se disponga en Nueva York, esta suele estar catalogada como una excursión no imprescindible si es la primera vez que se visita la Gran Manzana, debido a que el tiempo que se pierde yendo de un lado a otro con los ferris y en un lugar que no es estrictamente Manhattan, quizás pudiera invertirse más provechosamente en otras actividades.

El caso es que la primera vez que visité Nueva York ya es algo que dejé de hacer, y no hacerlo en un segundo intento ya me parecía excesivo. Cierto es que un sucedáneo a esta visita puede ser el típico crucero por la Bahía de Nueva York, en el que un par de horas pasea alrededor de la Estatua acercándose más o menos  y permitiendo ver desde la distancia el skyline de Manhattan. Incluso, esto se puede hacer de forma gratuita cogiendo los ferris que van a Staten Island, que pasan frente a la Isla de la Libertad y luego es posible volver desde allí en otro fery de forma gratuita.

Miss Liberty on the bay

Lo único que puedo decir después de dedicar prácticamente un día a la visita de las islas es que probablemente sea verdad que merece la pena si se dispone de días de sobra o se trata de una segunda visita, pero que si se va a estar pocos días, quizás no sea lo más prioritario, pero si que es verdad que es una pasada tanto ver la estatua de cerca, como visitar su interior o disfrutar de las espectaculares vistas del skyline de Manhattan desde la isla.


Ferris de Battery Park

Con los billetes ya comprados, íbamos a tomar el ferry a la hora de nuestra reserva (11:00h) en Battery Park para ir a la Isla de la Libertad donde está la estatua. La única compañía autorizada a operar los ferris de la bahía es Statue Cruises.

Desde la salida de Battery Park, todos los ferris paran en Liberty Island y Ellis Island, así que se puede bajar en una de las islas, visitarla, y luego tomar el siguiente ferry hacia la otra. Desde New Jersey funciona de la misma forma, hay ferris que vienen desde la terminal de trenes de New Jersey y circulan todo el día entre las islas.

Ferris entre las islas

Cuando llegamos a Battery Park y vimos la absolutamente atroz cola que se extendía hasta la mitad del parque para abordar los barcos, casi me da una apoplejía. Mucho me extrañaba pues se supone que teníamos una hora específica con la entrada reservada, por lo que tras dar una vuelta de exploración, nos dimos cuenta que en determinado punto de la cola estaba la entrada para reservas a determinada hora, con una cola mucho más ligera.

De hecho existen tres tipos de entrada que pueden comprarse de antemano por Internet, y que vista la afluencia es muy recomendable tener reservadas, ya que simplemente el poseerlas da prioridad en la cola de embarque a las horas reservadas. Hay una entrada que simplemente da acceso a usar los ferris, mientras las otras dos respectivamente permiten el acceso al pedestal y corona de la Estatua de la Libertad.

La Estatua en su pedestal

Es extremadamente difícil por no decir prácticamente imposible obtener entradas para la corona de la Estatua de la Libertad. Con esas entradas puede subirse hasta la cabeza de la Estatua, lo que implica comerse casi 400 escalones al no haber ascensor, y aunque habría incluso un punto más alto, la antorcha, este está cerrado al público por lo que la corona es el punto más alto al que se puede llegar. El hecho de que sea tan difícil conseguir una entrada para la corona es porque se venden literalmente 4 al día y están siempre agotadas, por lo que como no se adquieran con meses de antelación lo más normal es que cuando se mire ya no haya.

Nuestra entrada era para el pedestal, que aunque cuesta lo mismo que la entrada básica, permite el acceso mediante escaleras o ascensor al pedestal de la Estatua, del cual también hay un aforo diario limitado por lo que es recomendable llevarlas reservadas con ciertas semanas de antelación para asegurar su disponibilidad.

En el pedestal hay un pequeño museo sobre la historia y construcción de la Estatua y su creador, así como un mirador alrededor de la base de la Estatua desde el que se puede ver la bahía y el skyline de Manhattan, la Isla de Ellis, New Jersey... de ello hablaré a en la parte sobre la visita a la Estatua propiamente dicha.

El embarque al ferry no es algo inmediato como estamos viendo, pero es que además requiere del pase de un riguroso control de seguridad semejante al de los aeropuertos, en el que se deberá pasar por un arco, así como registrar cualquier pertenencia que se lleve. Está además prohibido subir al ferry con bultos voluminosos. Una vez pasado este trámite, ya será posible abordar el ferry, que cuenta tanto con asientos en su interior como en su parte superior al descubierto, además de contar con un bar en donde pueden comprarse chucherías y bebidas.


Liberty Island

Tras unos quince minutos que es lo que se tarda en cruzar la bahía, la primera parada es la de la Isla de la Libertad, primera parada del día en la que bajaremos para visitar la Estatua, ya que los ferris viajar en el sentido de las agujas del reloj... es decir, no se puede volver a la Isla de la Libertad desde la Isla de Ellis una vez dejada atrás.

Durante el trayecto la mayor parte de la gente (incluido yo) se sube a la parte de arriba del ferry, a su parte trasera, a ver como este se aleja dejando atrás el skyline de Manhattan, por lo que está todo el mundo intentando hacer desastrosas fotos movidas llenas de manos y cabezas mientras se aleja el ferry. No deja de ser un poco ansías ya que las vistas del skyline desde la Isla de la Libertad y Ellis son fantásticas, pero claro, eso aún no lo sabía.

Lo primero que se ve de cerca desde el muelle donde deja el ferry es el culo de Miss Liberty. A continuación, andando hacia el semicírculo delantero, es donde puede verse la perspectiva de la Estatua en todo su esplendor. Por aquí es por donde anda todo el mundo haciéndose fotos con la famosa efigie.

Una vista poco común

En realidad el nombre oficial de la Estatua de la Libertad es el pomposo "La libertad iluminando el mundo". La Estatua fue un regalo de 1886 de los franceses a Estados Unidos para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y como un signo de amistad entre las dos naciones. Fue inaugurada el 28 de octubre de 1886 en presencia del presidente estadounidense de la época, Grover Cleveland y fue obra del escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi. Su estructura interna fue diseñada por el ingeniero Alexandre Gustave Eiffel (el de la torre vaya... entre muchas otras cosas). El 15 de octubre de 1924, la estatua fue declarada como monumento nacional de los Estados Unidos junto a la Isla de Ellis, que se añadiría en 1965. En 1984 la Estatua es considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Todo un icono

Pasando de largo el semicírculo frontal desde el que se ve de frente la Estatua, llegamos a la parte de la isla que queda enfrente del skyline de Manhattan. Aquí nos pasamos un rato más haciendo y haciéndonos fotos, para a continuación dirigirnos a la parte trasera de la Estatua, donde entrando por la tienda de regalos se da acceso a la entrada del pedestal de la Estatua. Es posible que determinadas carteras deban dejarse en las taquillas (no gratuitas) de la tienda de regalos, tras lo cual seremos autorizados a acceder al pedestal.

En la base del pedestal puede verse el museo sobre la historia y construcción de la Estatua de la Libertad, en un formato de línea del tiempo en el que iremos viendo desde la idea original de crear la Estatua, hasta la búsqueda de su emplazamiento, y otras anécdotas como que el modelo para la cara de la Estatua fue la propia madre de Bartholdi.

Hasta los 47 metros de altura del pedestal del total de 93, puede subirse por unas estrechas escaleras o usar el ascensor que lleva a la cima del pedestal, en donde puede accederse al observatorio que proporciona una vista de 360º de la bahía de Nueva York, con el skyline de Manhattan, la vecina Isla de Ellis y New Jersey.

Vistas desde el pedestal

Tras disfrutar por unos minutos de las espléndidas vistas, emprendemos el camino de bajada para recuperar nuestras cosas a la salida sin antes comprar algún recuerdo en la tienda de regalos. De nuevo nos dirigimos al embarque del ferry para ir ahora a la vecina Isla de Ellis.


Ellis Island

La Isla Ellis, más próxima a New Jersey en la bahía de Nueva York, ha conocido diferentes usos a lo largo de su historia, desde el tiempo en que los nativos la denominaban de forma diferentes, hasta que fue adquirida por Samuel Ellis, antiguo propietario al que debe su nombre. Durante la guerra con los ingleses en 1812 sirvió de fuerte, hasta que en 1890 fue convertida en la principal aduana de la ciudad de Nueva York.

La Isla de Ellis con New Jersey al fondo

Por sus instalaciones pasaron desde finales del siglo XIX hasta 1954, año de su clausura con el cambio de leyes migratorias, unos 12 millones de personas que emigraron a Estados Unidos, sobretodo de muchos países europeos (Italia, Polonia, Rusia...). La mayoría fueron aceptados, descartándose se estima, un 2% sobretodo por razones de salud si eran portadores de enfermedades infecciosas, o si se trataba de criminales, ya que la inspección que se hacía era tanto documental como médica.

En los primeros minutos de la película "El sueño de Ellis" (The Inmigrant) se puede ver muy bien el proceso de selección al que eran sometidos los inmigrantes, así como pueden verse como eran las dependencias sobre los años veinte en los que está ambientada la película.




Hoy en día se conservan los edificios originales como parte de lo que fue protegido en 1965 como parte del monumento nacional de la Estatua de la Libertad, y contiene un museo sobre la historia de la inmigración a los Estados Unidos y sus protagonistas. En el exterior se puede ver un memorial en donde todos y cada uno de los nombres de los inmigrantes que pasaron por Ellis Island estan inscritos en unos murales de metal.

Nombres de los inmigrantes

También en el exterior, se pueden contemplar las mejores vistas del sur de Manhattan y su skyline al otro lado de la bahía. Alrededor hay también la terraza del modesto restaurante de Ellis Island en el que pueden comerse sobretodo hamburguesas con algún que otro snack y bebida.

Vistas desde la isla de Ellis

Una vez contemplado nuestro paseo alrededor de la isla y una rápida visita a su museo por encima, pues ver en detalle todos los murales de por si llevaría un día entero, nos dispusimos a coger el ferry de vuelta que nos llevase de nuevo a Battery Park.

La aduana de Ellis

Todavía eran las cinco de la tarde cuando llegamos al extremo sur de Manhattan, por lo que nos daría tiempo de completar nuestro plan para la tarde de ese día, un paseo cruzando el puente de Brooklyn hasta el barrio homónimo, donde desde el parque Dumbo se puede contemplar el cambio de colores sobre los edificios del skyline de Manhattan al atardecer... ya hablaremos de ello más adelante, dejando hasta aquí la temática de este post.


Referencias

Statue Cruise Company
Esta es la compañia que opera los ferris desde Manhattan y Nueva Jersey a las islas, en donde pueden adquirirse las entradas para la Estatua de la Libertad.
Sitio web: https://www.statuecruises.com/es/

Fundación de la Estatua de la Libertad y Ellis Island
En la página web de esta fundación se puede ampliar la información sobre las islas y la historia de la Estatua de la Libertad y la inmigración.
Sitio web: https://www.libertyellisfoundation.org/

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