Recuerdo de Constantinopla: Un día de exploración lluvioso

Tras explorar la plaza inmediatamente adyacente a nuestro hotel, el plan del día era acercarse hasta la relativamente andando cercana Mezquita de Suleiman, sobre la cima de una de las colinas de la ciudad siendo esta la mezquita más grande y una de las vistas panorámicas de Estambul más famosas.


La Mezquita de Suleiman

Carreteando, nunca mejor dicho, con el carro de los niños cuesta arriba, se llega en unos 10-15 minutos caminando desde la plaza de Beyazit a la entrada de la mezquita de Suleiman, sin perder vista esa mañana de las condiciones meteorológicas, que aunque auguraban lluvia se mantenían por lo menos aún estables.

La mezquita de Suleiman el Magnífico

Llamada Mezquita de Suleiman, pues fue bajo el reinado del apodado "El Magnífico" en el que se edificó esta mezquita a finales del siglo XVI, se trata de una impresionante mole de arquitectura imperial otomana en contraposición de la sobría Santa Sofía, que había servido a su vez de inspiración para la construcción de otras mezquitas prominentes.

El interior de la mezquita de Suleiman

Restaurada tras incendios, terremotos, explosiones, etc... durante varias veces desde su existencia, se abre a un monumental patio en su lado oeste rodeado por una columnata con columnas de mármol, granito y pórfido. Situadas en las cuatro esquinas del patio se encuentran además los cuatro minaretes, un número sólo permitido a las construcciones del sultán, con diez galerías cada uno, indicando la ascendencia de décimo en la destina otomana del Sultán.

Su interior, un gran rectángulo principal de cincuenta y tantos metros de lado con su cúpula principal flanqueada por otros espacios de semicúpulas y arcadas, es bastante austero en su  decoración, con  escaso uso de azulejos y preodiminio de colores rojos y dorados, alfombras y las omnipresentes lámparas circulares con su multitud de orbes luminosos.

El patio

A destacar desde su exterior la vista panorámica sobre la ciudad, desde donde se puede observar el Bósforo y a su otra orilla otros lugares de interés como la Torre de Galata, así como la confluencia de las aguas en el mar de Mármara y la separación de los lados europeo y asiático de Estambul.


El puente sobre el Bósforo

Emprendiendo el camino de bajada hacía las aguas del Cuerno de Oro, llegamos medio perdidos por las intrincadas calles que bajan de la colina hasta las inmediaciones del puente de Gálata, que separa la orilla del centro histórico de los barrios de Karakoy, Besiktas, etc... en donde se encuentran otras famosas ubicaciones como la Torre de Gálata o la Plaza Taksim. Sin embargo, no es por este puente por el que cruzamos a la otra orilla, si no que usamos el construido para el metro, que acaba frente a las antiguas murallas de la ciudad de Gálata, los restos de las cuales pueden aún verse.


Uno de los puentes sobre el Cuerno de Oro

Sea cual sea el puente que se use para cruzar sobre las aguas, impresiona la vista de las mezquitas a lo lejos sobre las colinas de la ciudad, así como las construcciones que rodean la Torre Gálata en la otra orilla y todas las pequeñas embarcaciones alrededor. Es de hecho llamativa la combinación de modernidad y europeísmo con el paisaje salpicado de mezquitas y tradicionalismo, aunque sin duda algo de lo que más gratamente me sorprendió es precisamente la hospitalidad y carácter abierto de los turcos.

El Cuerno de Oro

Cruzado este puente con el puente de Gálata dejado a la derecha (ya hablaré de él en algún otro momento pues merece su visita y así lo hicimos en un paseo nocturno), llegamos al otro lado dejando a nuestras espaldas la parte más antigua, y en ese momento empieza a llover con bastante alegría, por lo que tras resguardarnos unos minutos y parlamentar, decidimos que quizás lo más adecuado a causa del tiempo sea buscarnos un transporte más adecuado para no mojarnos y llegar hasta la mezquita de Ortakoy en el barrio del mismo nombre.

Primera odisea del día, parar un taxi y montar los que quepamos, y quedarse el resto esperando otro taxi para subirse e ir al mismo sitio exacto... y encontrarnos claro. Tengamos en cuenta que par aun grupo de 5 adultos y dos niños la logística no es tan evidente, menos cuando hay que tener en cuenta que Turquía por muchas ganas que tenga aún no es un país de la Unión Europea, y por tanto el roaming no está liberado (o sea, que los datos se pagan) y no es muy práctico gastar Whatsapp a 12€ el mega.

No obstante, mediante algún milagro logramos encontrarnos de nuevo unos minutos y algunos momentos de loca conducción turca después frente a la mezquita de Ortakoy, una construcción peculiar con dos minaretes que recuerda a una pequeña cajita con cúpula, a la sobre del puente de una gran autopista que cruza de la parte europea a asiática.

La mezquita de Ortakoy

Su pequeño interior destaca por los grandes ventanales pensados para dejar pasar la luz del Bósforo, y era una mezquita imperial usada para los rezos de la familia del Sultán que vivía en la otra orilla. Expuestas se pueden encontrar algunas muestras caligráficas de mano del propio Sultán, del que se decía era un gran calígrafo.

Luminoso interior

Vista la mezquita, alrededor de la cual los autóctonos se dedican a pescar, nos dedicamos a buscar algún sitio agradable para comer, y lo encontramos en un pub irlandés frente a la mezquita en el que comernos un buen chuletón. En las calles de alrededor de la mezquita hay un mercado que nos dedicamos a ver precisamente después de saciarnos, pero empieza de nuevo a llover con fuerza y tenemos que pensar qué hacer.

Tras el fastidio debido a la climatología y considerar algunas alternativas, decidimos entrar a una de las numerosas pastelerías/teterías a pasar el rato en un sitio caliente tomando un típico te... porque cabe decir que la teoría de uno de los integrantes de nuestra expedición de que marzo a orillas del Bósforo sería templado resultó ser totalmente errónea... más bien fue su argumento chusco para convencernos... juas.


Plaza Taksim y Calle Istiklal

Cuando pareció que dejaba de llover, y por suerte más o menos acertamos, decidimos coger de nuevo un taxi para llegar hasta la no demasiado lejana Plaza Taksim. Esta es el epicentro de una zona de ocio con restaurantes y discotecas y otros lugares turísticos como diversos hoteles y tiendas, además de importante nudo de comunicaciones en donde se encuentra el principal intercambiador de metro. Representa en definitiva, el centro del Estambul moderno (si bien en mi vuelta al aeropuerto de Sabina Gokçen pude ver reales rascacielos en las afueras que en todo Estambul no se ven).

La plaza Taksim

En la plaza Taksim empieza la İstiklal Caddesi («Avenida de la Independencia»), una larga calle comercial peatonal, a través de la que va y viene un tranvía nostálgico que empieza en la plaza y recorre toda la avenida, terminando cerca del llamado Tünel, la línea de metro más antigua de Estambul y de hecho la segunda más antigua del mundo después de la londinense.

La calle tiene una longitud considerable si bien es ancha y muy transitada por los propios autóctonos. Se pueden encontrar desde tiendas de las más insignes cadenas comerciales, a multitud de pastelerías en las que es posible comprar dulces y deliciosos chocolates, a tétricas galerías de mercachifles de dudosa reputación.

Tranvías nostálgicos

Desde el final de la calle se llega rápidamente a los pies de la Torre Gálata, en donde ya calles más antiguas y estrechas empiezan su bajada hacia de nuevo las aguas del Cuerno de Oro. Es posible subir a la Torre Gálata y ver las vistas desde ella, pero debido ya a la hora y cansancio general, decidimos simplemente contemplarla antes de emprender nuestro camino de regreso... ¡a pie para acabar de rematarnos!


Torre de Gálata

Construida en 1348 y una altura de 67 metros, consta de nueve plantas desde la cima de las cuales puede disfrutarse de una panorámica del Cuerno de Oro. Además de la hora uno de los motivos que nos desanimó a escalarla fue por una parte el número de escaleras que deben subirse, y sobretodo porque tal y como estaba el tiempo la niebla no nos habría permitido ver gran cosa.

La torre era la construcción más alta de las fortificaciones que rodeaban la ciudadela genovesa de Gálata en su tiempo. No obstante, la torre actual no es la misma que la antigua torre de Gálata, originariamente bizantina, llamada Megalos Pyrgos y que controlaba el extremo norte de la gran cadena que cerraba la entrada del Cuerno de Oro. Aquella se encontraba en un lugar diferente y fue destruida durante la Cuarta Cruzada, en 1204.

La Torre de Gálata

Con esto damos finalizado nuestro completo día y emprendemos el camino de vuelta. Inocentes de nosotros que creíamos no estar tan lejos de nuestro hotel. Cabe decir que al ser el primer día no nos informamos de como funcionaban los tranvías que se mueven prácticamente por todos sitios y que hubieran disminuido drásticamente nuestro paseo final, pero bien nos serviría de escarmiento para informarnos bien al día siguiente.

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