California Dreamin': Travesía del Mojave y llegada al Gran Cañón en Arizona

Como comentaba al inicio de esta serie de posts, quizás la peor cosa de un viaje a la Costa Oeste son las grandes distancias que se tienen que salvar para ir de uno a otro lugar de interés, como iba a demostrar la primera de las maratonianas jornadas de autobús que íbamos a encarar, para después de más o menos unas 10 horas entre paradas, descanso para comer y demás, llegar al Gran Cañón para la puesta de sol. Allí, aparte del cañón, no había nada más, por lo que la tarde noche aparte de disfrutar de una plácida cena, poco más podía dar de si.

Hacia el Gran Cañón

Al día siguiente al mediodía, ya saldríamos para la fabulosa Las Vegas, por lo que centraré este post en la ruta recorrida a través del Mojave para llegar hasta el Parque Nacional del Gran Cañón en Arizona, y la tarde del día de llegada y mañana del día siguiente en el cañón, es decir, mismo post para día y medio dejando ya la ida hacia Las Vegas para el siguiente.


En ruta

Sobre las ocho de la mañana, fuimos empaquetados en nuestro autobús que serviría de transporte durante los próximos días cada vez que hiciéramos un gran recorrido de una ciudad a otra. El primer gran desplazamiento iba a ser de Los Ángeles al Grand Canyon Village, en el Parque Nacional del Gran Cañón en Arizona.

Los míticos autobuses Greyhound

Así pues, con un recorrido total de unas 500 millas, íbamos a atravesar el árido (y monotono... insoportable...  mortalmente aburrido...) paisaje del desierto del Mojave, parando primero en Barstow a las 2 o 3 horas de viaje para tomar un descanso, y más tarde a comer en un grill de carretera.

El Mojave, un paisaje dudosamente disfrutable

Ya hacia las seis de la tarde, llegamos a las inmediaciones y entrada del parque nacional, al que iríamos directamente para ver la puesta de sol y los colores cambiantes con la luz.


Atardecer en el Gran Cañón

Declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979, el Gran Cañón, llamado habitualmente Gran Cañón del Colorado, es llamado así porque su mayor extensión se encuentra dentro del Parque Nacional del Gran Cañón en ese estado, siendo uno de los primeros parques nacionales protegidos declarados en los Estados Unidos.

La primera vista del Gran Cañón

Desde su paisaje elevado, en donde pueden contemplarse los surcos o cañones excavados en la roca por el río Colorado durante millones de años, pueden verse las cordilleras de decenas de kilómetros de anchura entre los surcos que pueden llegar a tener hasta 1600 metros de profundidad, por lo que el resultado es algo así como estar viendo desde suelo llano grandes agujeros en forma de surco a una gran profundidad de la que surgen montañas que llegan por decir así al nivel del suelo desde el que se está contemplando el paisaje, que es de hecho la meseta de Colorado.

Todas las rocas sedimentarias que se pueden contemplar y que quedan al descubierto, van desde los esquistos del fondo de 2.000 millones de años de antigüedad, hasta las capas superiores de rocas calizas de unos 230 millones de años.

El atardecer causa que el contraste de colores de las piedras calizas rojas se acentúe con la luz del del sol del ocaso, lo que da lugar a la mejor hora para su observación y momento más espectacular para admirar tan singular paisaje... conforme la luz va cambiando se puede ver como los colores cambian y se oscurecen, bajo la propia luz  del ocaso que se vuelve amarilla, naranja y finalmente violeta.

Otra sección del Cañón

Tras contemplar el ocaso, el parque es cerrado y no se puede acceder libremente al recinto, por lo que somos trasladados a nuestro hotel donde nos establecemos para relajarnos durante la cena y descansar de tan largo día en ruta.


El Gran Cañón de día

Al día siguiente tenemos algunas horas libres antes de partir hacia Las Vegas para volver a disfrutar de la panorámica del Gran Cañón, bastante más animado que el día anterior a última hora, pues durante la mañana pudimos ver las tiendas de los indios Hopi que viven en la zona, o a los típicos guardias forestales de los parques nacionales estadounidenses con sus característicos sombreros y uniformes.

En las tiendas de los indios se ofrecen los típicos mercachifles de artesanía, con la peculiaridad de que estos son elaborados por los propios indios con materiales como madera, cerámica o huesos de animales. Artefactos muy típicos son los conocidos atrapasueños, que se supone ahuyentan los malos espíritus y permiten dormir mejor.

El Gran Cañón a la luz del día

Alrededor de los bordes del cañón, hay antiguas construcciones y restaurantes, algunas en ruinas, en las que se puede tomar un refresco contemplando las vistas. También hay algunos simpáticos animales que campan a sus anchas por la zona... una especie de marmotas o ardillas que no se amedrentan ante los turistas que pululan por su territorio.

Criaturillas del Gran Cañón

Actividades que sin duda deben merecer la pena si se cuenta con el tiempo necesario, son  el trekking para bajar hasta las orillas del río colorado en las profundidades del cañón, pero dado que son excursiones para las que se necesitan horas y lo apretado de nuestra agenda, es algo con lo que nos quedamos con ganas de hacer... aunque siempre hay que dejar algo para tener una excusa por la que volver.

Tras un último paseo al borde del cañón, nos despedimos del pintoresco panorama y nos dirigimos a embarcar de nuevo a nuestro infernal transporte a ver  que nos  contaba nuestro guía para entretenernos acerca del Valle de la Muerte, Yucca Mountain y los ensayos de armas nucleares durante los años 50 y 60 que podían verse como atracción desde Las Vegas.


¡Corre gatto, corre! No os perdáis el próximo post de Gatto sobre la ciudad del pecado en la que Gatto se sintió particularmente perverso... ¡lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas! 

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