Bajo el sol de la Toscana: La vida es bella

Dispuestos de nuevo a reemprender nuestra ruta, nos levantamos aquel día aún a horas bastante intempestivas con la idea de ponernos en camino y aprovechar el máximo posible el día, que iba a ser bastante denso en cuanto a conducción, pues nos íbamos a mover por la parte sur y este de la Toscana con la idea de ver los lugares más atractivos de la zona, para acabar el día en Arezzo, girando de nuevo hacia el norte y hacia el camino que más tarde nos llevaría a la capital de la Toscana... adivinad cual.


Las abadías de la Toscana rural

Probablemente la región  que atravesamos aquel día en nuestra ruta, se corresponda a una de las partes más rurales de la Toscana, en la  cual entre suaves colinas y campos verdes se mezclan pequeños poblados separados por los terrenos de abadías y antiguos prioratos, que parecen transportar a los viajeros a tiempos pasados.

Íbamos a empezar el día de esta forma yendo hasta las ruinas de la antigua abadía de San Galgano, una abadía cisterciense construída en el siglo XIII, rodeada de un bucólico entorno que evoca el romanticismo de las historias de Rimas y Leyendas de Bécquer, quedando en pie los muros de su edificio principal,sumergidos en un atronador silencio.

Ruinas de San Galgano

San Galgano, santo al que se refiere la abadía, fue un converso del siglo XII que abandonó su vida desordenada para entregarse a la vida monástica, renunciando a su espada que dejó clavada en una roca en las inmediaciones de la abadía (prácticamente un pedazo de metal en forma de cruz en una roca lo que puede verse a día de hoy)... una curiosa y clara similitud al mito artúrico.

Aunque sean unas ruinas, se cobra entrada para visitar el interior de los muros, lo cual no dejó de parecernos un tanto abusivo por mucho que incluya supuestamente la entrada al museo de "no se qué" del cercano municipio de Chiusdino y que evidentemente ni nosotros ni probablemente el 90% de los viajeros visita. Aún así, el sugerente entorno, bien merece una visita, y es por ello que en esta localización se han  rodado escenas de películas como es el caso de El Paciente Inglés, película de la que también se rodaron escenas en la Toscana, como en Arezzo, la escena de las pinturas de la catedral, que es en realidad la iglesia de San Francisco.


Visitada la primera abadía de la ruta, íbamos a continuar el día visitando una segunda abadía, la de Monte Olivetto Maggiore,  abadía benedictina habitada y plenamente operativa a máximo rendimiento (como diría el Emperador Palpatine sobre la segunda Estrella de la Muerte...).

Benedictinos al poder

Esta segunda abadía, pese a que incluso tiene un aparcamiento a sus puertas, no me pareció un lugar excesivamente turístico, si no casi más dedicado a la liturgía, la contemplación y el peregrinaje... supongo. La entrada es libre y los monjes piden solo el pago de la voluntad por acceder a visitar el claustro y algunas salas museo como su bilbioteca... es curioso como la visita a este lugar me retrotrajo a mis días de estudiante en un colegio marista... ¡las comparaciones y similitudes de algunos de sus espacios eran evidentes e inequívocas!

Destaca su claustro con las pinturas de diversas escenas sobre la región de Siena y la orden benedictina, así como el edificio medieval de acceso al recinto de la abadía, y como digo, el poder contemplar una abadía activa con sus diferentes dependencias  y espacios (hasta olía a la comida de lo que estaban cocinando ese día y se oían los ruidos procedentes de la cocina). Solo me faltó ver la sala de minerales y ya hubiera involucionado a mi infancia por completo.

Como no puede haber dos sin tres, la última abadía que íbamos a visitar en la región, por supuesto también completamente aislada de cualquier cosa, iba a ser la de Sant'Antimo, mucho más antigua y en estilo románico toscano, fundada alrededor del año 750, atribuida a un exvoto de Carlomagno.

La abadía más bucólica

Abandonada durante largos años y usada incluso antes de la reunificación italiana como granero y su cripta como bodega por un pastor que habitó los apartamentos del obispo, de la antigua abadía queda  visible externamente el ábside denominada capilla carolingia, así como el portal de la abadía, decorado con animales mitológicos y hojas, del siglo X, anterior a la actual abadía. El interior de la capilla carolingia está constituido por una única nave rectangular, a la que se puede acceder y visitar. Tenía pinta de que incluso es aún usada para la liturgia.

Tras tamaño empacho de abadías, iba acercándose la hora de comer, por lo que emprendimos camino  hacía lugares más urbanizados, para visitar otra localidad famosa por su origen romano y termas, además de por ser también localización de otras muchas escenas de películas o series, como las escenas de Dustin Hoffman como Juan de Medici en la serie "Medici: Los señores de Florencia", en Bagno Vignoni, donde realmente la familía noble de Florencia tenía un negocio de lavaderos.


BagnoVignoni, al agua gatos

Sobre las dos de la tarde, tras recorrer unos kilómetros por carreteras rurales, llegamos pues a la pequeña localidad de Bagno Vignone, caracterizada por sus lujosos hoteles con baños termales, cuyo uso era conocido ya desde tiempos de los romanos, y caracterizado también por su piscina natural central que preside la villa, si bien lamentablemente  el baño está prohibido (o quizás por fortuna ya que en tal remanso de paz quizás la escena  de hordas de italianos chapoteando en las aguas sulfurosas sería dantesca).

Piscina natural prohibida

El pueblo en si no tiene gran cosa más, es agradable la estampa de la  plaza central con su piscina y su aspecto de antiguos lavaderos con porche cubierto, pero poco más  de dos calles es lo que se puede visitar. Merece la pena sin embargo, pararse a comer en una de las hosterías tradicionales en donde se puede degustar pan hecho a mano y vinos de la zona, disfrutando de los antipasti típicos, y saboreando otros platos, como fue en mi caso, unas deliciosas costillas de cordero regadas con vino toscano.

Como aún era pronto, nos iba a dar tiempo de hacer una visita opcional que teníamos programada para ese día si nos daba la  agenda para ello, que era parar en Cortona, otro encantador pueblo toscano ya en la provincia de Arezzo cuya fama da lugar al título de esta colección de posts: es el lugar donde se rodó gran parte de la película Bajo el sol de la Toscana.


Así  pues, de camino a Arezzo paramos primero en Cortona, rodeada de montañas que íbamos viendo a lo lejos, y prácticamente en la frontera con la región de Umbría. Dejamos nuestro coche en uno de los aparcamientos en la parte inferior del pueblo... para descubrir que nos esperaban unas grandes cuestas hasta la zona histórica.


Cortona cuesta arriba

Tras una larga y costosa ascensión por empinadas y estrechas calles en las que vimos unos cuantos (muchos) gatos e incluso una señora nos presentó el suyo al ver que estábamos jugando con él (esta historia es totalmente verídica), llegamos hasta la plaza principal de Cortona, en donde se encuentra el ayuntamiento con su torre, y muchos edificios de piedra con terrazas, llenos de pequeños locales, cafés y tiendas.

Ayuntamiento con torre, un clásico toscano

Quizás por la fama de la película, o porque la belleza en si del pueblo lo justifica, era evidente aquí la mayor presencia de turistas sin llegar a resultar molesta, pero estaba claro que este era otro de los lugares más visitados de la Toscana y nos hubiera disgustado perdérnoslo.

Es hacia las calles de la derecha desde el ayuntamiento con sus escalinatas donde puede observarse otra de las panorámicas impresionantes del paisaje toscano de la región, y es que desde los miradores de la parte alta de Cortona, se llega a divisar a lo lejos el lago Trasimeno, ya de la región de Umbría. En la misma parte alta, otros miradores permiten observar el paisaje del valle a los pies de Cortona, y se pueden visitar algunas iglesias tranquilas en calles a las que no llega ya el flujo de turistas, concentrado en la plaza del ayuntamiento y sus alrededores.

Calles y teatro de Cortona

Sin duda un bello lugar tanto por su entorno de paisajes como por su ambiente y antiguos edificios, que bien vale la pena visitar si se está por la región. Tras desandar las cuestas y volver a nuestro coche despidiéndonos de los gatos que nos encontrábamos a nuestro paso, volvemos al camino para alcanzar la que debía ser nuestra base para aquella noche, Arezzo.


La vida es bella en Arezzo

Tras aproximadamente otra media hora conduciendo, íbamos a llegar a nuestro hotel en Arezzo, un hotel cómodo, moderno y atractivo, pero situado a las afueras literalmente junto a la autopista. Es lo que tiene lo bueno, bonito y barato, que algún otro inconveniente debe tener. En este caso iba a significar que al encontrarnos a más de 5km del centro de Arezzo, iba a ser un poco difícil llegar hasta allí sin coche, no por la distancia, si no por estar rodeados de autopistas.

Así pues, si queríamos aprovechar el tiempo que nos quedaba para ver Arezzo, debíamos apresurarnos y movernos hasta allí. Lo que hicimos es dejar nuestro coche justo alrededor de la entrada a la zona histórica, pagando un par de monedas hasta la hora que el parquímetro dejara de funcionar.

Arezzo  es especialmente conocido por ser el lugar en donde se rodó La Vida es Bella, la película de Roberto Benigni que en su primera parte se desarrolla en un pequeño pueblo italiano justo antes del inicio de la  Segunda  Guerra Mundial. En esta escena pueden verse precisamente sus calles y su plaza principal.


Otra cosa que intuía pero de la que no estaba 100% seguro, es de que los italianos SI celebran procesiones en Semana Santa, y siendo ya los días importantes de la festividad religiosa (jueves en este caso creo) había un pollo importante de gente y de actos por las calles del centro, donde están además todas las iglesias... todo muy pintoresco.

La Piazza Grande

Destaca de Arezzo principalmente su plaza principal o Piazza Grande con porche y arcos en donde se pueden encontrar restaurantes con una pinta fantástica. La plaza la preside su ayuntamiento, con la típica torre que vamos viendo ya en todas las localidades de la región, y llegamos a la plaza ya caída la noche después de un largo paseo.

Nos decidimos a cenar en uno de esos restaurantes con encanto bajo los arcos, y nos decidimos por La Lancia d'Oro,una Ostería tradicional que no pudo ser mejor elección. Deliciosa su  pasta rellena y su tiramisú, una cena para recordar en un marco incomparable para el recuerdo.

La torre y ayuntamiento de Arezzo

Ese día si, como tantos otros, completamente agotados, volvimos a nuestro hotel para descansar y enfrentarnos a lo  que para el siguiente día sería, algo que solo puedo  definir como uno de los peores días de mi vida al volante de un coche para encontrar el maldito sitio a donde teníamos que ir, una vez  ya  dentro del caos atroz de Florencia.


Resumen de la etapa

La ruta de aquel día nos llevó por el sur y este de la Toscana, tocando ya casi con la frontera de la región de Umbría, llevándonos desde Siena a Arezzo conforme a la ruta que resumo a continuación.


Paradas
Siena - Abadía de San Galgano: 35km (45min).
Abadía de San Galgano - Abadía de Monte Oliveto Maggiore: 55km (1h15min).
Abadía de Monte Oliveto Maggiore - Abadía de Sant'Antmo: 32km (40min).
Abadía de Sant'Antimo - Bagno Vignoni: 22km (40min).
Bagno Vignoni - Cortona: 65km (1h15min).
Cortona - Arezzo: 30km (40min).

Hotel
Para hoy, un hotel bueno, bonito y barato, aunque bastante apartado del centro, pero por menos de 80€/noche no está mal. Habitaciones ejecutivas en un hotel moderno y funcional.

AC Hotel Arezzo
Via Enstein, 4
52100 Arezzo, Italia

Comentarios