Victor Charlie - Nam 2014: Duelo en la bahía de Ha Long

A la mañana del tercer día, 2 de Enero de 2015, nos levantamos para dejar nuestro hotel en Hanoi y dirigirnos a la bahía de Ha Long, a unos 160 km al noreste de la capital. Ha Long es un paisaje de islotes que surgen de la bahia como montañas.

Para mi el viaje en autobús representó un suplicio en el que los efectos del cólico de riñón que venia padeciendo sin ser consciente se manifestaron en su máxima alegría... a cada bache de la carretera, que no es que sean las mejores del mundo, sentía como el estómago se me quería salir por la boca.

Por suerte ese es el día que conocería a Javier, un médico (nefrólogo para más cachondeo) que reconocería mis síntomas y me aconsejaría sobre qué hacer. Leído así puede sonar bastante estúpido que no fuera consciente de lo que me pasaba. Anteriormente había tenido un cólico de riñón manifestado en un dolor repentino insoportable hasta que se expulsa lo que ha producido ese dolor, pero en este caso no acabó de pasar algo así y los síntomas se manifestaban en un malestar general, náusea y asco por la comida y falta de apetito además de cansancio que no entendía a que era debido... en fin, estuve KO  parte de este primer día en Ha Long debido al "remedio" pero a partir de entonces por suerte ya empecé a mejorar. Llegamos...


Bahía de Ha Long

La forma de visitar la bahía de Ha Long es mediante los juncos, las embarcaciones vietnamitas tradicionales antiguamente de velas, aunque ahora ya no tanto, que sirven para moverse entre los islotes. Nuestro junco salía a las doce del mediodía, así que hasta entonces nos sentamos a esperar en el puerto de la bahía a poder embarcar.

Nuestra tripulación les da la bienvenida
La Bahía de Ha Long, es además escenario mítico de películas clásicas como Indochina o James Bond en "El Mañana nunca muere" (ver vídeo a partir del minuto 0:50)... además de representada en escenarios de video juegos como Street Fighter.




Llegada la hora, embarcamos y salimos inmediatamente del puerto mientras se sirve el almuerzo, del que la verdad todo tenía bastante buena pinta pero yo seguía a la mía con mis dolencias. Nada mal estaba tampoco nuestra habitación, y es que nuestro junco resultó ser un lujoso hotel flotante en el que se organizaban además para distracción de los pasajeros las más variadas actividades, incluyendo entre otras, la práctica del tradicional tai chi.

Estampa arquetípica de Ha Long

Poco después del almuerzo, llegamos al primer punto de interés a visitar en el interior de la bahía, que como un laberinto de agua y piedra se abre a la navegación como único medio para llegar a los lugares que en su interior esconde.

Juncos... ahí están

Tras un par de horas de navegación relajada en completo silencio sobre las aguas esmeralda, nuestra primera parada iba a consistir en la visita de una de las numerosas grutas formadas por la erosión y el viento que abundan en los islotes de la bahía. En nuestro caso se trata de Hang Sung Sot (Gruta de las Sorpresas), quizás la más famosa de todas ellas.

Juncos amarrados en Hang Sung Sot

Vistas desde Hang Sung Sot

También llamada Cueva de las Maravillas, la gruta está formada por diferentes cavidades con formaciones de estalactitas y estalagmitas que recuerdan  a diferentes animales. Para acceder a ella hay que subir el camino que lleva desde la orilla hasta la entrada de la cueva, algo escarpado y de pronunciada pendiente, el que en mi estado me producía un suplicio a cada paso... y por suerte allí fue donde uno de nuestros compañeros de viaje resultó ser un médico que reconoció lo que me pasaba y me atendió más tarde... ¡pasar consulta a bordo de un junco en un país exótico es lo último que deseaba en este viaje!

Algunas de las formaciones en Hang Sung Sot

Y tras la visita a la gruta, vuelta al junco. Para ser fieles a la verdad, lo último que recuerdo de este día antes de la cena a base de marisco que nos sirvieron ya al anochecer, es la neblina anestésica producida por la siesta que me pegué tras en reconocimiento médico y el chute que el médico me prescribió... Voltarén o sabe Dios que llevaba ese hombre... ¡pero oye, funcionó! Y así Gatto empezó a mejorar... pero esa noche ya se fue a dormir, por lo que aquí acaba su post, y en el próximo explicará como acabó su pequeño crucero por la bahía de Ha Long.

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