American Cat: Philly (Llegada a Philadelphia)

La tarde del 28 de mayo sobre las 19:30h de la tarde llegamos a nuestro nuevo destino, Philadelphia, o Philly, como es llamada cariñosamente por sus habitantes. Era ya más de una semana de viaje por la costa este del país lo que llevábamos a nuestras espaldas, y aunque el cansancio evidentemente empezaba a hacer mella estábamos encantados con nuestra increíble aventura.

La ruta desde Nueva York a Philadelphia, usando los mismos autobuses Bolt Bus que ya habíamos usado para desplazarnos de Boston a Nueva York, nos llevaría hasta el estado de Pennsylvania cruzando parte del de New Jersey, hasta llegar a las orillas del río Delaware, en donde se encuentra Philadelphia.

Aunque pareciera que siendo Philadelphia la localidad con mayor población, debería ser esta la capital del estado de Pennsylvania. Philly se encuentra justo en la frontera entre New Jersey, el propio estado de Pennsylvania y el estado de Delaware, a la orilla del mismo río, siendo sin embargo Harrisburg la capital del estado de Penn, nombre dado al territorio por la concesión que se hizo al cuáquero de apellido Penn. Por sus frondosos bosques, al estado se lo llamó algo así como "la selva de Penn", siendo "sylvania" un derivado del latín medieval del que derivan las palabras selva o bosque.

Un skyline bastante más modesto

Philadelphia es relevante en la historia americana por ser la cuna de la Declaración de Independencia y la Constitución, por lo que muchas de las atracciones turísticas históricas giran en torno a estos documentos y la historia de la Guerra de Independencia. En la época, era la ciudad más poblada de las trece colonias originales que dieron lugar a la fundación de los Estados Unidos, y la tercera más poblada del Reino Unido tras Londres y Dublín.

Una vez constituidos los Estados Unidos, fue provisionalmente su ciudad capital, hasta que cedió el testigo a la nueva ciudad diseñada a tal efecto, Washington DC. Hoy en día no obstante, la ciudad del amor fraterno, nombre con el que fue bautizada la ciudad por el propio William Penn, constituye la gran metrópolis del estado de Pennsylvania, y ya solo por su historia y referencias culturales, como ser la ciudad de Rocky Balboa, bien merece una corta visita, ya que lo más interesante se puede ver bien en un día.


Llegada a Philadelphia

La parada del autobús Bolt Bus se encuentra cerca de la estación central de ferrocarriles de Philadelphia, bajo un puente por el que pasan periódicamente trenes de mercancías que da bastante miedito... aunque parece que alrededor se ven edificios de la universidad de Philadelphia la primera impresión que da es que no sería descartable la aparición de los pandilleros que al oeste en Philadelphia apaleaban al príncipe de Bel-Air.




No obstante hay bastante gente esperando autobuses y la estación está pocos metros más abajo al inicio de la calle, por lo que para llegar a nuestro hotel en la calle Chestnut (el nombrecito también se las trae, si...) nos dirigimos hacia allí a buscar un taxi, ya que habíamos comprobado que realmente no eran demasiado caros.

Una media hora más tarde tras conseguir un taxi, llegamos a las puertas del hotel Club Quarters de Philadelphia, situado justo delante de las torres One Liberty, a las que puede subirse, pues albergan un observatorio desde el que puede tenerse una vista panorámica de la ciudad de Philadelphia.

Estuvimos barajando la opción de subir al observatorio de las torres, pero la verdad es que viniendo de Nueva York, después de haber subido a sus tres observatorios, por el coste de la plataforma de observación del One Liberty y la probable menor espectactularidad de las vistas lo acabamos descartando.

El One Liberty Plaza

De Philadelphia puedo decir, que si en Nueva York era en ocasiones difícil encontrar sitios más o menos decentes para comer que fueran asequibles, recuerdo todas y cada una de las comidas que tomé en Philly, pues ya fuera por casualidad o porque realmente se comía mejor, estas eran de mejor calidad y gusto.

Así que con el tiempo que nos quedaba ya esa noche, lo único que hicimos fue ir a cenar a un pequeño bar cerca del hotel, que tenían pequeños platos en plan tapas, con lo que unos calamares y unas gambas con una cerveza de Philadelphia fue nuestra cena. Prácticamente ya cerraban, y eso que no era muy tarde, con lo que tuvimos que apresurarnos e irnos a dormir para estar descansados para el día siguiente que iba a ser el de visita en Philadelphia de verdad. Con estos horarios estaba claro que Philadelphia no era como Nueva York.

Aunque era la segunda vez que visitaba Philadelphia (siendo la primera en el mismo viaje en el que ya había estado en Nueva York hacía diez años), la primera vez no vimos prácticamente nada, ya que llovió durante todo el día y honestamente creo que nuestro guía de aquel entonces ya estaba harto de nosotros, por lo que pasamos la mañana en un centro comercial sin hacer gran cosa y vimos poco más que la consabida estatua de Rocky.

A Philadelphia dedicaré las dos próximas entradas: una sobre una panorámica general de los lugares más destacables que se pueden visitar fácilmente en un día, y una entrada temática al que como ya adelanté en alguno de los posts de Nueva York, sería el tercer y último gran veterano de la Segunda Guerra Mundial que visitaría durante este viaje, el impresionante acorazado New Jersey.

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