El día en el que tendríamos que haber visto la majestuosa silueta del legendario Monte Fuji se iba a convertir en la más frustrante de nuestro viaje, pues si más o menos el buen tiempo (o por lo menos la ausencia de lluvia) nos había acompañado hasta el momento, una espesa niebla acompañada de regulares chubascos de lluvia helada iba a ser la tónica de la jornada. En esas condiciones el Fuji ni estaba ni se le esperaba, así no había forma de ver su volcánica silueta recortada sobre el lago Ashi, por el que realizaríamos un pequeño crucero. Olor a huevos podridos Con un tiempo desapacible como el descrito, empezamos el día subiendo a nuestro autobús que nos llevaría a la primera visita del día: la subida en el Hakone Ropeway al valle geotérmico de Owakudani, primer lugar desde el que teóricamente podríamos divisar el Monte Fuji... pero no.
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